Del confinamiento a la rutina, Galicia y las tendencias en el consumo de pescado
Dentro del vasto panorama de oscuridad que la pandemia arrojó sobre la cotidianidad, las organizaciones pesqueras vislumbraron una tenue luz al final del túnel durante el auge en el consumo de productos pesqueros en los hogares en 2020. Sin embargo, este fenómeno efímero, marcado por el confinamiento y las restricciones en la hostelería, se desvaneció rápidamente con el retorno a la «vieja normalidad».
Aunque en 2020 cada residente acumuló en promedio 30.3 kilos de pescado en Galicia, una cifra no vista en años, la tendencia revirtió en los siguientes dos años. En 2022, la demanda per cápita rondó los 23 kilos, un 22% por debajo de las cifras pre-COVID-19. A pesar de la disminución, Galicia se mantiene como uno de los territorios con mayor demanda, ocupando el segundo lugar a nivel nacional, solo superado por Asturias.
El gasto per cápita en pescado entre los gallegos alcanzó los 218.1 euros, representando el 13.1% del presupuesto en alimentación, notablemente por encima de la media estatal. A pesar del descenso generalizado en el apetito por productos del mar, Galicia sigue destacando, consumiendo 3 kilos más de pescado fresco por persona y 1 kilo más de mariscos, moluscos y crustáceos en comparación con la media nacional.
A nivel nacional, la cantidad total de pescado consumido por persona descendió de 23 kilos en 2018 a 19.2 kilos en 2022. El consumo está fuertemente influenciado por la situación económica de las familias, siendo las de clase alta y media alta las que registran consumos más elevados, mientras que en las de baja y media baja es un 7% inferior. Curiosamente, el consumo es mayor en familias sin hijos y en hogares donde la persona que realiza las compras tiene más de 65 años.
Fuera de casa, el consumo de pescados y mariscos en lugares como restaurantes y bares también experimenta una tendencia descendente. En 2022, descendió un 2.2%, alcanzando los 146 millones de kilos. La región noroeste, que incluye Galicia, muestra los niveles más bajos de demanda, junto con Andalucía y el Norte-centro. Las diferencias en el gasto según la capacidad adquisitiva son notables, siendo el gasto de clientes de clase alta y media alta un 78% superior a la media, en contraste con el 43% inferior entre los de clase baja.